—¡Qué maravilla, Porfirio! Desde que estoy aquí no puedo dejar de mirar esas islas. ¡Me dan vuelta, le juro que me dan vuelta la cabeza! ¡Son increíbles! Vistas así, de lejos, con ese poco de bruma, parecen tortugas gigantes. ¿Lo notó?
—Bueno, no sabría decirle, nunca las vi de esa manera.
—No se preocupe, es un comentario poético. Tómelo como eso, nada más, como un comentario poético. Es algo que me sale a veces. Me nace, le juro que me nace, así, de golpe, no puedo reprimirlo. Yo debo conservar todavía mis asombros de niña. Bien dicen que los poetas son hombres que han conservado ojos de niño. ¿Usted nunca hace comentarios poéticos? Confiese...
—Algunas veces sí, creo, no han de ser muchas.
—¡Anímese, hombre! ¡La humanidad entera sueña a través de sus poetas! Anímese con la poesía, que es para todos. No hay un alma, por simple que sea, que no esté preparada para la poesía. Piense en el cartero de Neruda. ¿Se acuerda de aquella película? ¡Tan linda! Con ese muchacho bruto que, sin haber ido a la escuela, era capaz de entender la belleza que emanaba de esos versos. Ponga un poco de imaginación, entonces, y va a ver las islas como las veo yo, como galápagos fantásticos. Es muy triste que usted viva acá, como vive desde que nació, frente al mar, y no sea capaz de observarlas de una manera más... ¿Cómo le diría...? No sé si me entiende.
—Puede ser. La verdad, eso que usted dice me confunde. Desde que yo recuerdo...
—Está bien, está bien, déjelo así, no voy a insistir con el tema. Me doy cuenta de que a veces hay que tener ojos de forastero para descubrir las cosas. Para el que las ve todos los días son de lo más comunes, no tienen nada de maravilloso. ¿Conoce el proverbio chino?: "Quien mira el cielo en el agua, ve peces en los árboles". Me parece que un poco tiene que ver con esto que le estoy diciendo. Es como una magia, ¿me comprende? La magia no es algo que esté en las cosas, sino que uno la lleva adentro y a veces..., a veces sale para afuera.
—Por supuesto.
—Ahora ayúdeme a levantarme, Porfirio, y vamos para la casa, que nos están esperando. Además refrescó y ya tengo hambre. Me parece que lo dejé pensando. ¿O me equivoco?
—No se equivoca, no. Sí que me dejó pensando. La ayudo.
Ella acomoda las piezas de su esqueleto y completa el difícil trámite de colocarse en posición erguida. Él la asiste en la maniobra con delicadeza. Después la toma del brazo y la guía por el empinado camino de la playa hacia el edificio de tejas.
Antes de entrar vuelve la vista atrás y alcanza a distinguir los caparazones inmensos levantándose en medio del agua. Se abren paso a través de la superficie rasgándola con dolor. Los pescuezos arrugados como rocas paleolíticas se estiran y obligan a las patas a avanzar pesadamente mar adentro, una vez más, a la caída del sol, como desde el principio de los tiempos. Al amanecer volverán de su monstruoso paseo.
Recuerda que su madre siempre decía que aquellas tortugas, vistas desde la playa, parecían islas. Averiguará si también eso es poesía.
FIN
(Del Libro de los prodigios, Buenos Aires, Grupo Editorial Norma, 2003.
Colección Torre de Papel, serie Torre Amarilla. A partir de 11 años)
Colección Torre de Papel, serie Torre Amarilla. A partir de 11 años)
En un libro donde una piedra anda y un león sueña con presagios, donde una bandida roba una sombra y un sabio lee en la frente de un tigre, donde alguien confunde un ángel con una garza u obtiene una cruza de topo y alcaucil... En un libro así, ¿por qué no van a aparecer también gatos de arena, niños con rabo o santas barbudas?
INDICE
La piedra fugitiva. …7
Una santa. …13
Islas. …19
Anselmo mío. …23
El gato de arena. …29
El carretel de hilo. …33
Un héroe. …37
El otro nombre. …43
El lago e Kund. …47
Los tres marineros mentirosos y el viejo. …53
El peor de todos. …57
El día robado. …63
Los tigres escritos. …70
Un asunto de alas. …76
La venus pensativa. …82
El sueño del león. …88
La ciudad de los bufones. …93
El abrigo. …94
La piel del agua. …105
Querido Theo. …109
Moll, la cortabolsas. …115
La primera flauta. …121
Envidia de Juan Crisóstomo. ...
Wolfgang Teófilo. …127
Mi mapa cerebral. …131
INDICE
La piedra fugitiva. …7
Una santa. …13
Islas. …19
Anselmo mío. …23
El gato de arena. …29
El carretel de hilo. …33
Un héroe. …37
El otro nombre. …43
El lago e Kund. …47
Los tres marineros mentirosos y el viejo. …53
El peor de todos. …57
El día robado. …63
Los tigres escritos. …70
Un asunto de alas. …76
La venus pensativa. …82
El sueño del león. …88
La ciudad de los bufones. …93
El abrigo. …94
La piel del agua. …105
Querido Theo. …109
Moll, la cortabolsas. …115
La primera flauta. …121
Envidia de Juan Crisóstomo. ...
Wolfgang Teófilo. …127
Mi mapa cerebral. …131
Visto y leído en:
Revista imaginaria N° 109 | FICCIONES | 20 de agosto de 2003
http://www.imaginaria.com.ar/10/9/prodigios.htm
Fundación Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes
http://www.cervantesvirtual.com/portales/ema_wolf/su_obra_catalogo/
Grupo Editorial Norma
http://exposicionesvirtuales.com/so_images/9019/lbrodelosprodigios.pdf
Centro de Recursos para la Enseñanza y el Aprendizaje
http://campus.ort.edu.ar/descargar/articulos/584028/.
Revista imaginaria N° 109 | FICCIONES | 20 de agosto de 2003
http://www.imaginaria.com.ar/10/9/prodigios.htm
Fundación Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes
http://www.cervantesvirtual.com/portales/ema_wolf/su_obra_catalogo/
Grupo Editorial Norma
http://exposicionesvirtuales.com/so_images/9019/lbrodelosprodigios.pdf
Centro de Recursos para la Enseñanza y el Aprendizaje
http://campus.ort.edu.ar/descargar/articulos/584028/.
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